Por Flavio Iacomini
Tomás Blanstein fue uno de los futbolistas florenses que estuvo horas en la fila para poder ingresar y despedir a Diego Maradona en la Casa Rosada. Dialogó con FM ALPHA 91.5 y contó su experiencia.
Radicado desde hace poco tiempo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el delantero de la Primera División de Ferrocarril Roca Tomás Blanstein no pudo controlar su emoción y ni bien se entero del fallecimiento de Diego Maradona se propuso ir a despedirlo
“Era un sueño personal de conocerlo que no pude cumplir, pero la vida me dio la oportunidad de estar ahí, antes de su partida” es lo que le cuenta el futbolista florense a este semanario.
“La gente en la fila no paraba de cantar, de estar eufórica. Si bien varios lloraban, la mayoría no paraba de cantarle cosas a Diego. Yo llore como si se hubiera muerto un familiar mío, porque siempre tuve una profunda admiración por él” es lo que describe el rubio delantero florense que vistió la camiseta ferroviaria en varios torneos federales.
“Un amor hacia Diego que me inculcó mi padre y mis tíos. Después vi siempre imágenes de él con la camiseta de la Selección” a esto le agrega, ya que para el mundial 86, punto cúspide “del Diego” Tomás, (clase 94) todavía no había nacido.
“Fue de mucha emoción el ingreso y pasar delante del féretro. La gente le arrojaba camisetas, flores, banderas. Una persona que venía detrás de mí se quebró mal, fue un momento único e inolvidable” es lo relata el joven futbolistas de nuestra ciudad.
Para los del palo, la muerte de Diego Maradona caló más hondo todavía. Los futbolistas de cualquier camiseta y división del fútbol Argentino y mundial, amaron y admiraron a Diego.
Ni todos los errores que cometíó como cualquier mortal a la hora de vivir pudieron empañar su nombre y su figura eterna.
Por esa razón Tomás Blanstein como tantos otros, estuvo allí en la despedida. El día que murió Diego, jamás será olvidado.
Un atrevimiento de mi parte en el final, que fija postura más allá de mi esencia democrática. Lo tomé de un famoso escritor.
“La crítica de los imbéciles es como la meada de los perros en los monumentos. Apenas salpica los pedestales”. Diego, jamás te olvidaré. Gracias por haber regado de felicidad esta tierra.
