Sol Campos y el arte de pintar a ciegas
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Observando las presentaciones en el Foyer del auditorium ayer por la tarde, nos encontramos con María sol Campos, que acompañada de «Tokio» recorría la interesante galería de los juegos.L
«La verdad es una alegría haber llegado a la final con el cuadro que lleva el nombre «un ombú de mi infancia» qué tiene que ver con una imagen del campo de mis tíos dónde nos criamos. Es un ombú de 130 años en el campo y lo que quise hacer, un poco fue reflejar ese recuerdo de esa infancia en el campo. El cuadro es un paisaje con pastizales, y un atardecer en rojizos, es un cuadro con muchos colores y el ombú tiene la textura y el relieve en unos tonos naranjas amarronados, las hojas también tienen relieve con otro tipo de textura en color verde. Es un cuadro de 1 metro de ancho por 70 cm de alto. Estamos esperando al jueves a ver qué pasa con la con la premiación.» Iniciaba la charla.
«Ante la baja videncia que tengo, pinto con los dedos y mido por los márgenes del cuadro. Cuando quiero pintar el cielo, con mi mano izquierda posiciono y marco el cuarto de extremo a extremo del lateral y ahí me voy guiando, con la mano derecha pinto con los dedos..»
Si me llega a faltar algo, tengo a mi profe de pintura (Majo Campos) que me dice a esta zona le faltó más verde y lo vamos corrigiendo…» Sol, y el arte de pintar a ciegas…
«Yo lo que estoy pintando no lo veo, lo que si percibo es luz, lo que yo veo es similar a lo que uno ve cuando sale del baño y encuentra el espejo todo empañado, una visión turbia. Percibo la luz direccional, pero los colores más o menos, tiene que ser muy fuerte el color y haber mucha luz para poder percibir alguno, pero aun así no me sirve para guiarme, por eso uso el tacto…» Afirmaba sin complejos la también patinadora artística María Sol Campos.
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